
Mundo Deportivo.- En el verano de 1993, tras alcanzar la gloria por tercera vez en la NBA, Michael Jordan perdió a su mejor amigo, perdió a su padre James. El asesinato de Jordan Sr. provocó un shock absoluto en la sociedad estadounidense y desencadenó la retirada del mejor jugador del mundo. Hoy, más de 25 años después, recordamos la historia de su asesinato y el efecto que tuvo en Mike.
Figura paterna
James Jordan siempre fue el fan número uno de Michael, el que más creyó en él y así lo demostró, acompañándolo a lo largo y ancho de todo el país para verle cumplir su sueño. El rol de James a la hora de inspirar a Mike es inmenso, ambos eran el mejor amigo del otro y compartían todo, los éxitos y los fracasos.
En 1993 Michael había puesto punto y final a una de sus temporadas más duras en la liga. Habían ganado el anillo, pero el curso había sido una auténtica montaña rusa de emociones. Jordan había sido acusado de no implicarse en asuntos políticos ni sociales, de adicción al juego y los focos sobre él no hacían más que agravar la situación.
Ese año James Jordan se erigió el protector de su hijo, aún más si cabe. Fue él quien salió al paso de los rumores de la prensa y el que se comunicó con los medios cuando Jordan decidió iniciar su “huelga de periodistas”. James Jordan era querido en los círculos de la liga y un pilar absoluto en la vida de su hijo.
El asesinato
El verano después del tercer anillo acabaría siendo el último de Jordan Sr. Un horrible asesinato a manos de dos adolescentes terminó con la vida del padre de Michael y se convirtió en una de las últimas fichas del dominó que acabó suponiendo su retirada. La madrugada del 23 de julio de 1993 James conducía el Lexus que su hijo le había regalado, a su vuelta de un funeral en Carolina del Norte. Decidió salirse de la autopista para echar una cabeza sin saber que nunca más volvería a ponerse en marcha.
Las versiones sobre los hechos son confusas e incluso a día de hoy uno de los acusados sigue apelando su condena, alegando que las cosas no sucedieron como se contó entonces. Según la versión oficial, Daniel Green y Larry Demery asesinaron a James Jordan con un disparo de revólver en el pecho cuando éste dormía en el coche. Después tiraron su cadáver a un pantano que había a 30 millas de distancia.

El cuerpo de Jordan Sr. no fue encontrado hasta más de una semana después, el 3 de agosto y estaba tan desfigurado que nadie pudo reconocerle. Durante ese tiempo la familia no denunció su desaparición y como nadie sospechaba de su identidad cuatro días más tarde el cadáver fue incinerado. El 12 de agosto la familia denunció su ausencia y el día después, gracias a los registros dentales pudieron identificar el cuerpo.
El caso
Los dos jóvenes fueron detenidos poco después, dejando atrás un sinfín de pruebas materiales que incriminaban a ambos muchachos. Hasta 36 llamadas realizadas desde el teléfono de James, restos en el coche que más tarde abandonaron y un historial anterior de delitos hicieron que la policía no dudase a la hora de arrestarlos.
Entonces comenzó un duro proceso para demostrar que, a pesar de todo, habían sido ellos los autores del crimen. Demery acabó culpando a Green de haber apretado el gatillo, aunque la historia de Green es bien distinta. A día de hoy sigue luchando por su inocencia y cuenta que cuando vio a Jordan por primera vez este ya estaba muerto. Demery cometió el crimen y le pidió ayuda para deshacerse del cuerpo y él accedió.
Muchas más incongruencias rodean este caso que se convirtió en uno de los más mediáticos de los noventa en Estados Unidos, hasta el punto que, más de 25 años después, sigue habiendo dudas sobre los hechos.
La retirada
Casi tres semanas de odisea para el asesinato de su padre hicieron que Jordan se encerrase en sí mismo y su familia. Las declaraciones fueron escasas, casi inexistentes. Después del duro año que había vivido, las sospechas caían sobre una posible retirada de la estrella de los Bulls.
El 6 de octubre de ese mismo año, apenas unas semanas antes del inicio de la temporada, Jordan anunciaba su retirada alegando una “pérdida del deseo de jugar”. Más tarde añadió que la muerte de su padre unos meses antes había influido a la hora de tomar esa decisión. En una autobiografía publicada en 1998 Jordan admitió que llevaba desde el verano anterior barajando la posibilidad de dejar el baloncesto.
El anuncio de Mike produjo un sinfín de reacciones en el mundo del deporte y copó las portadas y telediarios de todo el planeta. Mayor aún resultó ser la sorpresa cuando Jordan anunció su siguiente aventura: un salto al baseball para jugar con los Chicago White Sox de la Minor League of Baseball.

Los Bulls disputaron la temporada 93-94 sin su estrella y cayeron en playoff ante los Knicks, en segunda ronda. El año siguiente no fue mucho mejor y el equipo ostentaba un récord de 31-31 a mediados de marzo cuando los Bulls publicaron una escueta nota de prensa firmada por Jordan: “I’m back”. El astro había vuelto.